Tiempo estimado de lectura: 5 min / foto de portada: Alfonso Puerta, técnico deportivo de escalada.
En InspireU Adventures nos encanta la literatura de montaña y siempre nos ha interesado lo que dicen los profesionales y alpinistas famosos de todo el mundo. Frases célebres como la de Edmund Hillary «No conquistamos a las montañas, sinó a nosotros mismos», o la de Lionel Terray «Los alpinistas son conquistadores de lo inútil» se nos han gravado en nuestras memorias.
Hoy, queremos sacar esas frases y sensaciones de gente aficionada, profesional o semi-profesional del montañismo que no pertenece a la comunidad célebre y realmente nos han inspirado todos y cada uno de ellos.
Hemos preguntado a compañeros, amigos y clientes qué les mueve a hacer montañismo, por qué vuelven a las montañas siempre que pueden. Una pregunta que puede tener diferentes respuestas dependiendo de la persona, pero ¡ojo! Leed entre líneas, hay un patrón que se repite… descubre cuál es yendo tu mismo…
Namche Bazar, Everest Region. Berta Navarro, fundadora InspireU Adventures
Lo que dicen aquellos que sienten la montaña como una forma de vida:
¿Alguna vez os habéis preguntado por qué pensamos y actuamos como lo hacemos? La actitud no es algo nuestro, es algo aprendido que moldea nuestro comportamiento y que se forja por lo que uno piensa, lo que siente y su forma de expresarlo.
Nosotros vivimos en una sociedad preestablecida en la que pocas veces las actitudes son de carácter individual, y generalmente están influenciadas por un montón de estereotipos (si eres hombre no puedes llorar, si eres un niño nunca faltará un balón o un coche en sus regalos y si eres niña una muñeca, etc.) y prejuicios (si no tienes el graduado escolar eres tonto, si tienes tatuajes eres un delincuente, etc.)
Este sistema está diseñado para vivir en una sociedad moderna donde compartimos oficina, calle, cine o restaurantes. Pero, ¿Qué pasa cuando salimos de ese sistema y nos encontramos en un lugar donde las «normas» son otras?, o incluso donde existe la carencia de éstas.
Esta circunstancia probablemente es la que responda a la pregunta: ¿porqué subir montañas?.
Aunque parezca mentira aún hay lugares tan salvajes que la libertad se encuentra detrás de cada matorral, bajo cada piedra, en cada cumbre, detrás de nuestras orejas, etc. El gran alpinista Simón Elías decía que la felicidad se medía según la cantidad de tierra que acumulabas en las orejas después de una buena jornada de montaña. En estos lugares aún no han llegado las prohibiciones, en cierta medida, porque sólo un puñado de personas son tan estúpidas como para levantarse del sofá, dejar la comodidad de la ciudad y dejar que la tierra se le acumule en las orejas durante días, y encima disfrutar con eso.
¿Y qué ocurre en un lugar sin normas sociales?, que somos un poquito más libres. Y no solo eso, en aquellos lugares donde nadie nos ha dicho lo que podemos o no podemos hacer, ahí, en ese preciso instante, es dónde nosotros mismos nos encontramos.
Siempre he pensado que la montaña es un buen lugar para conocer a las personas porque es donde la esencia de cada uno sale al exterior de la manera más limpia. Al principio puede resultar desconcertante, ¿se podrá hacer esto…?, ¿no se podrá…?, ahora que somos libres no hay nada ni nadie que nos diga si se puede o no se puede, si es correcto o no, y a veces puede resultar abrumador. Incluso a veces, puede dar como resultado que no nos guste esa esencia que sale de nosotros. Curiosamente esta «búsqueda» personal es más intensa cuanto más cansancio se haya acumulado y más situaciones adversas se vayan superando. No siempre resulta fácil, todo camino hacia la búsqueda de algo puede resultar agotador. Incluso hay veces que podemos pensar que nada de esto de subir montañas tenga sentido. Yo en particular hago una prueba que resulta infalible. Viajo con un pañuelo blanco donde mi madre bordó mis iniciales hace años como hacían los señores ingleses del siglo XIX. Cuando tengo dudas envuelvo mi dedo índice con el pañuelo y hago un repaso exhaustivo de mis cuencas auditivas, el marrón indica que todo está bien y que el camino es el correcto, si sale impoluto implica que hay que seguir, que el camino interesante aún no ha empezado.
Pero, ¡cuidado! Hay un peligro implícito en todo esto: termina gustando y puede engancharte a estar conectado contigo mismo y con la naturaleza más salvaje y caótica. Yo mismo sufrí las consecuencias hace ya algo más de un par de décadas. Puedes buscar manuales para salir de la zona de confort, y encontrarás cientos, pero ninguno para volver a ella. Eso sí, siempre que se vuelve, se vuelve siendo algo mejor, ese es el objetivo de toda esta búsqueda.
Pol Ferrús, profesor de inglés
Porque he encontrado en la montaña la combinación perfecta entre deporte y libertad en un entorno de paz y tranquilidad.
Por el silencio.
Yo soy bastante Mallory en este aspecto; porque alguien o algo las puso allí para que subiéramos, para disfrutar del camino, de la compañía si la hay, de la subida… y agradecer sobretodo cuando puedes volver en vida… no sé, la verdad, buena pregunta! jajaja…
Porque las montañas no perdonan.
Cuando estoy en el monte me siento conectado con la naturaleza y conmigo mismo. En esencia somos lo mismo y es allí donde lo siento intensamente. Cualquier palabra se queda corta, más aún cuando no tienes el don de la palabra. Es una sensación de paz, amor y plenitud, dónde la mejor versión de mi ser se pone de manifiesto. A esto le añadiría una fuerza interior, quizás curiosidad, aventura o ambas, que me empuja a romper límites geográficos e interiores, para descubrir lugares remotos, aislados, lejos de cualquier distracción, dónde estos sentimientos se vuelven aún más profundos. Compartir todo esto aún le da más sentido y quizás lo vuelve más real.
Cuando voy a la montaña, me siento pleno, siento que soy la mejor versión de mí mismo.
Creo que esa frase puede resumir de alguna manera la felicidad que me aporta cada salida, por pequeña que sea…
Porque me enamora el instante, la luz y lo irrepetible de cada momento!
Thamserkhu, Solukhumbu, Región Everest. Javi Castaño, Ingeniero
Porque tienes una alineación para afrontar miedos y te obliga a enfrentarte a ellos. Me gusta el momento de estar escalando, silencio, soledad, superación personal, y todo el proceso de aproximación, compartir con los amigos, las charlas, los picnics, etc.
Recorro los caminos de las montañas porque es en su silencio, en sus rocas abruptas, en sus viejos líquenes, en sus hielos efímeros, donde reside aún la esencia de lo salvaje.
Por las emociones que provoca. Es mi pasión.
Nací en Tyrol, conocido como el país en las montañas, así que podemos decir que las montañas y el deporte están en mi sangre. Disfruto la maravillosa combinación del ejercicio físico y los retos a los que me enfrento, la aventura, ser capaz de reconocer mis límites, la libertad y el reencuentro; ser capaz de tener mi “tiempo solo”. Sin olvidar la simplicidad y la experiencia de la belleza de la naturaleza. Para mi las montañas son un mundo completamente diferente. De alguna manera son como una terapia. Aquí puedo relajarme, cargar mis baterías y reactivar mi energía permitiendo poder tolerar el día a día de la vida y el mundo en el que vivimos hoy.
Porque en general me gusta el deporte, ¿por qué montaña? Porque me conecta con el silencio, con la inmensidad, con los límites de mi mente, conmigo…
Cuando salgo a la montaña, me gusta disfrutar de paisajes únicos, creados por procesos geológicos y climáticos, pudiendo observar formaciones que antiguos glaciares moldearon hace cientos de siglos. El terreno que ahora pisamos una vez estuvo fundido en el magma del núcleo terrestre, donde se formaron las piedras, tiempo después se encontraba bajo toneladas de hielo. Caminar por la montaña es el reflejo de una historia viva que se refleja en cada detalle, las rocas hablan y cuentan su historia para quien quiera entender el mensaje del que sabe observar con los ojos de un niño.
Porque me encanta el deporte y lo que me dan los deportes al aire libre y la conexión que me da la montaña con mi personalidad. Es el sitio donde me siento más libre y completo del mundo.
Amo las montañas y admirarlas. Su majestuosidad. También amo el reto físico, la concentración para evitar errores… Llegar a la cima es una hazaña para todos. Y cuanto más duro es, mejor es la sensación.
La montaña es un estilo de vida, te sirve para evadirte, te enseña, te hace sufrir, te da grandes emociones y hay tantas disciplinas que no te da para aburrirte y además cada una tiene sus diferentes sensaciones. Eso si, la montaña tiene vida propia y es peligrosa, así que nunca hay que pederle el respeto y saber que siempre está ahí.
Porque hacer pan no me hacía sentir vivo.
Es mi hogar, mi refugio, mi zona de confort, donde soy yo misma, donde la pureza y belleza se encuentran en su máximo explendor. Donde me encuentro y encuentro la paz y la serenidad que me hace sentir completamente libre. Mi mente se calla, mi cuerpo se fusiona con el entorno y descubro de dónde vengo y lo que realmente importa en la vida. Cuando tienes ese mensaje repetidamente, entonces empieza una transformación en ti que no puedes ignorar, te gusta, te gustas y los problemas que quizás solían molestarte empiezan a perder importancia. Los obstáculos se convierten en retos interesantes de los que aprender, ya no te ahogas en un vaso de agua. La montaña es aprendizaje, crecimiento y tocar la felicidad de una manera especial y muy cercana.
Es una droga, de las buenas…
Solukhumbu Valley, Himalaya, Nepal
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Namaste.
El equipo de InspireU Adventures.
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